W:O:A 2016

W:O:A DÍA 1 – MIÉRCOLES

En la pequeña población de Wacken, a unos 75 km al norte de Hamburgo, en Alemania, se desarrolla desde hace ya veintisiete años el que es el mayor festival de Heavy Metal de Europa: Wacken Open Air, también conocido como W:O:A en su forma corta. Con el eslogan de “Faster, Harder Louder”, y el motto de “Rain or Shine”, debido a las frecuentes lluvias, edición tras edición, se ha consolidado como un escenario donde personas de todas las culturas, razas, religiones y países se dan la mano para disfrutar de cuatro días de música y camaradería.

Esa camaradería en la música está también presente en el concurso de bandas, la conocida como Metal Battle, que año tras año atrae a bandas de lugares tan alejados entre sí como Canadá, China o Sudáfrica. Comenzamos la crónica de este Wacken Open Air 2016 con esta Metal Battle, ya que prácticamente todo el miércoles, jornada de bienvenida, está dedicada a ellos, los nuevos talentos de la escena del metal mundial.

A pesar de la lluvia que caía en Wacken, y del consiguiente barrizal que se forma, fue una suerte que el infield, la zona que alberga los escenarios True, Black y Party Stage estaba cerrada hasta el miércoles. Nos quedábamos pues con “solo” cuatro escenarios, dos de ellos, a cubierto en el Bullhead City Circus: el W:E:T y el Headbangers Stage. Sin duda los más interesantes, ya que en esos dos escenarios se decidía la banda que se iba a llevar a casa el premio de la W:O:A Metal Battle, entre este primer día y el segundo, jueves. Pero este miércoles tocaban los asturianos Legacy of Brutality representando a España, y como no, había que estar apoyándoles con toda nuestra fuerza.

Respiro para reponer fuerzas y acabar de conocer el Wackinger y el Wasteland Stage, los dos escenarios exteriores, y los más “pequeños”, si no contamos el Biergarten Stage (por el que apenas pasamos, todo sea dicho, en la práctica totalidad del festival). En el Wackinger tocaban, una vez más, los Red Hot Chilli Pipers, una banda de gaiteros escoceses que versionan temas clásicos -memorable ese Thunderstuck-, que, si es la primera vez que les ves, te enganchan. Para mi, era la cuarta (dos en Asturias y dos en Wacken), y bueno… el repertorio es bastante inmóvil, sabiendo incluso el tema que vendría a continuación en más de una ocasión. Hora de pasarse de nuevo por el Circus para ver a Panzerballet, una propuesta quizás demasiado arriesgada y que no cuajó entre el público.

Aún sabiendo que Hämatom iban a continuación, decidimos hacer una escapada hasta la zona de acampada a cambiarnos el calzado (incluso las botas militares, si las quieres conservar, tienen un límite), para volver con Phil Campbell’s All Starr Band, o, como rezaba el cartel, Phil Cambpell’s Bastard Sons. A pesar de que el Motörhead tiene tirón, quizás no estuvo fino, aunque varias de sus versiones de la banda del fallecido Lemmy Kilmister no sonaron tan deslucidas como algunos criticaban después del show.

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Para cerrar la noche, un Mambo Kurt que no conseguimos ni siquiera ver empezar, ya que el cansancio del día hacía demasiada mella, y aún había que volver a la cama… al fin y al cabo, Wacken Open Air son cuatro días, y esto solo había empezado.

W:O:A DÍA 2 – JUEVES

Wacken. Jueves. Un noche para recordar. Es el ritual: bandas consagradas toman el primer día en el que el infield está abierto: True Stage y Black Stage funcionando a pleno rendimiento durante todo el día, y el primer cabeza de cartel sobre las tablas.

Este año, el honor recaía sobre Iron Maiden, que después de haberse pasado por España en dos festivales, puso rumbo a Alemania para este W:O:A 2016, ocupando durante todo el día el True Metal Stage, y quedando para recordar tiempos pasados solamente el Black Stage.

Por este pasaron Skyline, como ya es tradición, abriendo los escenarios grandes, con invitados de la talla de Dave Ellefson, que acompañó a la banda (¿tendremos Megadeth en 2017?). Tras el pertinente cambio de backline, salían a la palestra los británicos Saxon, dando un concierto con mayúsculas, e incluso lanzando un zeppelin con una cámara, que en estos momentos estará ya dando vueltas por el espacio (o al menos, así se puede ver al final del trailer de la edición del año que viene).

Como decimos el primer día de festival en sí mismo, la llamada «A Night To Remember», está dedicada en los escenarios principales a las bandas clásicas. Los americanos Foreigner venían a continuación, con un Kelly Hansen capitaneando sobre las tablas con todo el estilo del que es capaz un cantante de AOR con un fular al cuello… y es mucho. De nuevo, un concierto en mayúsculas -como casi todos los que se hacen en el Wacken Open Air-, aunque se hizo algo corto, ya que los slots de tarde (y Foreigner tocaban a las 17:45 con puntualidad germana) solo duran una hora y cuarto.

Aún quedaban Whitesnake -con una absurda restricción de foso, solo para medios seleccionados, y, por lo que pude enterarme, con la limitación de que las imágenes sean aprobadas previamente por el management-, que dieron un concierto más que correcto. Coverdale está mayor y se le nota, aunque en esta ocasión mantuvo el tipo con los temas más clásicos de su carrera. Pero lo grande aún estaba por venir: Iron Maiden abrían el True Stage con el mismo montaje de escenario que llevan en toda su gira.

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La Doncella de Hierro, con Dickinson al frente tuvo un verdadero baño de multitudes. No decepcionaron, por supuesto, aunque quien hubiese visto alguno de sus conciertos de The Book of Souls ya sabía perfectamente a lo que se enfrentaba. Ni siquiera los saltos del vocalista diferían en el tiempo, como una coreografía bien ensayada. La única pena, el chaparrón -corto, pero intenso- que se cernió sobre Wacken, calando hasta los huesos a quienes estaban en el infield, y dejándolo, tras la salida de más de 70 mil personas, prácticamente hecho un patatal. Nada que ver con 2015, por supuesto, pero aún así, se preveía que el viernes iba a ser una jornada dura para los pies de los asistentes.

Cerraban la noche para un servidor, y ya en el W:E:T Stage, Blue Öyster Cult, una banda que si bien mítica, no tenía muy escuchada… gran error por mi parte, ya que realmente sonaron muy bien, aunque en ocasiones los temas me parecían bastante lineales.

Segundo día de música en Wacken, segundo día de festival, y… aún nos quedan dos más!

W:O:A DÍA 3 – VIERNES

Tercer día de Wacken Open Air, y el cansancio ya empieza a hacer mella, sobre todo, en los pies, aunque de buena mañana, no teníamos ni idea de lo que nos esperaba. Con la lluvia golpeando salvajemente -daba la impresión de que por momentos, granizaba- el techo de nuestra autocaravana, la verdad es que daba miedo salir del cálido confort que nuestra casa con ruedas nos proporcionaba.

Un rápido vistazo fuera confirmaba lo que ya intuíamos: por la noche había llovido, con lo que las zonas de festival, y sobre todo, los caminos entre los escenarios, estarían a rebosar de lodo. Tocaba calzarse de nuevo las botas de agua -¿si el Dr. Scholl es alemán, o al menos, suena a alemán, por qué no encontramos plantillas para las botas?- y morir en este penúltimo día de festival.

Entre unas cosas y otras, sobre todo, el barro y el café tan necesario, hizo que hasta Loudness no pudiésemos comenzar nuestra “jornada laboral”. Los japoneses salieron al escenario a comerse el mundo, especialmente su cantante Minoru Nihara, que bien parecía haberse “comido” alguna sustancia rara antes de salir al escenario, del que se apoderó sin parar ni un solo segundo. Más contenido estuvo Akira Takasaki, que demostró su maestría a las seis cuerdas en los escasos cincuenta minutos que duró su actuación.

A continuación, y en el escenario de al lado, tocaba el turno para Entombed A.D., con su death metal contundente, y que puso el tinte “burro” de la mañana. Axel Rudy Pell, siguiente en la lista, estuvo bastante inmóvil al fondo del escenario, dejándole el protagonismo a Gioelli, que, sin parar de moverse, lo tomó de buen grado, jugando con todos los músicos sobre el escenario, incluído el propio Axel. Sinceramente, su concierto me pareció un poco descafeinado, habiéndolo visto en otra ocasión sobre el mismo escenario, y sonando infinitamente mejor su voz.

Como el concierto del señor Pell no me acababa de convencer, y será por opciones variadas en los siete reinos escenarios, de una carrera -como si fuese el mud day-, conseguimos llegar a ver a Girlschool, tras mucho tiempo intentándolo, y siempre fracasando por diversos motivos.

Las pupilas del fallecido Lemmy no defraudan, con su hard rock inglés lleno de garra, pero como todo lo bueno, en cuarenta minutos, se te hace escaso. Nueva carrera hasta los escenarios principales para el folk metal de los suizos Eluveitie, ya sin Anna Murphy, Merlin Sutter e Ivo Henzi en sus filas.

La verdad es que Eluveitie para mi son una apuesta segura: siempre hay algún tema que te alegra la cara, o con el que consigues evadirte. Aunque sea por poco tiempo, ya que toca correr de nuevo para Bullet For My Valentine. No voy a comentar este concierto, ya que es una banda que no entiendo qué hacen ahí, aunque tengo que decir que tienen su público -mayoritariamente, teenagers-. Nueva carrera rápida, ya que Orphaned Land estaban comenzando en la otra punta del festival, en el Headbangers Stage, y si Eluveitie es una apuesta segura, el folk metal oriental de los israelís además de serlo también, es una cita obligada.

Kobi Fahri salió en esta ocasión con vaqueros y deportivas -muy lejos del tradicional vestido y descalzo al que nos tiene acostumbrados-, haciendo un concierto corto, intenso y absolutamente imprescindible.

Corriendo de vuelta -una pena no tener datos, estoy seguro de que hubiese evolucionado varios huevos de Pokèmon con todas las carreras- al escenario principal, comenzaba ya el show de Tarja, la ex-Nightwish, que vestida de blanco hizo que los incondicionales del metal sinfónico se rindiesen a sus pies. Poco pudimos disfrutar del concierto, ya que la cita para nosotros era en el Party Stage, con el proyecto XXX (Kai Hansen & Friends). Aunque finalmente, y gracias al barro, lodo, sapos y culebras, no pudimos llegar para hacer fotos, sí que pudimos disfrutar de un anticipo de lo que más tarde nos esperaría, en ese mismo escenario: Kai Hansen con Michael Kiske haciendo versiones (¿originales?) de Helloween. O lo que es lo mismo, Unisonic, con otro nombre y otros temas.

Tocaba descansar un poco de tanta carrera, pero por supuesto, sin perdernos a nuestros germanos preferidos: Blind Guardian, a la sazón, cabezas de cartel del día, con sus dos horas íntegras de concierto. Dos horas en las que Hansi demostró que aún, y a pesar de su edad (cumplía 50 años el día 10, es decir, menos de una semana después), sigue teniendo el mismo chorro de voz que tenía cuando empezó -aunque hay que decir que menos pelo-.

Tiempo para un refrigerio rápido, ya que a las doce y cuarto de la noche comienzan dos conciertos bastante interesantes a priori: Ministry y Unisonic.

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Como aún no tenemos el don de la ubicuidad, aunque todo se andará, y por andar en Wacken, que no quede, nos decidimos por hacer fotos a Ministry en nuestro camino de regreso al Party Stage, donde de nuevo Kai Hansen, Michael Kiske y compañía seguían con el concierto de tres horas antes, aunque se notaba que sonaban diferentes… ¿quizás habían cambiado al bajista?. Tiempo para ir a la cama, ya que las horas no acompañaban, y pintaba tormenta en el cielo.

Un tercer día cargado de barro, sin plantillas del Dr. Scholl (prometo comprarlas para el año que viene), y con los pies abiertos, volvimos sin más percances a nuestra casa rodante para caer en un plácido sueño solo interrumpido por el olor de café del día siguiente.

W:O:A DÍA 4 – SÀBADO

Todo lo bueno llega a su fin, y en este caso, nuestra estancia en la Holy Land, en esta vigesimoséptima edición del Wacken Open Air, estaba dando los últimos coletazos. Solo un día por delante, el cansancio haciendo mella en nuestros cuerpos, y el barro haciendo lo propio en nuestros pies.

Es cierto que el día amaneció nublado, con poca posibilidad de lluvia, por lo que decidimos aparcar por hoy las botas de agua, y enfundarnos en un calzado más cómodo pero igual de resistente, las clásicas botas militares, e intentar darlo todo en los conciertos que nos quedaban por venir.

El primero de todos, para nosotros, fue Symphony X, la banda de Michael Romeo, con un Russell Allen enmascarado al más puro estilo fantasma de la ópera, y que, a pesar de la técnica a la guitarra de Romeo, y de la calidad vocal del señor Allen, a mi personalmente me resultó un poco aburrido. Con apenas hora y cuarto de show, los siguientes en la lista eran Borknagar.

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 Los blackmetaleros hicieron un show intenso y lleno de matices, aunque por desgracia, nos lo tuvimos que perder para continuar al siguiente escenario, el Party Stage, donde Devildriver hicieron de las suyas. Los americanos consiguieron encandilar al público con su música, aunque a nosotros más que las guitarras, nos rugían las tripas, así que optamos por darnos el gusto de un Wacken Nacken, el filete de pollo a la brasa con vegetales típico del festival.

Con el estómago saciado, le tocaba el turno a Metal Church, con Mike Howe de nuevo en las filas de la formación americana. Puro heavy metal con un concierto para mi gusto un poco machacón.

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Quizás fuese el cansancio, quizás las horas, o quizás que aún quedaban por delante bandas como Twisted Sister o Arch Enemy. Pero antes de los cabezas de cartel, tocaba el turno de Therion.

Los suecos comenzaron fuerte, con un nivel que mantuvieron durante todo el concierto, especialmente las dos voces femeninas, Linnea Vikström y Chiara Malvestiti, cada una en su estilo, amén de Thomas Vikström en el papel de voz masculina.

Los siguientes en la lista eran los norteamericanos Steel Panther. Una banda que amas u odias, pero que no te deja indiferente. Musicalmente son buenos tirando a normales, pero lo que te hace decantarte por una u otra opción son las letras: la parodia del glam con la mujer como objeto sexual, en plan descarado. Tanto es así que en esta ocasión, y después de pedir “chochitos” que se subiesen al escenario, apareció una chica de, según ella misma, dieciseis años, a la que los Steel Panther le dedicaron un tema en acústico, cuyo contenido preferimos no reproducir, pero que estaba plagado de felaciones y similares. También consiguió subirse al escenario otra espontánea, que previo crowdsurfing en topless, consiguió ser subida con los Panther al escenario.

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Tiempo para la cena y recuperar fuerzas de cara al siguiente gran concierto de la noche: la despedida de Twisted Sister de los escenarios. Los de Dee Snider lo tienen claro, haciendo incluso referencias a otros grandes con el asunto del retiro, y dicen que su disolución es real, y que no volverán. Tiempo al tiempo, aunque lo que está claro es que el concierto fue digno de una gran despedida por todo lo alto, con un Snider desatado.

Turno para Arch Enemy, penúltimo concierto en escenarios grandes que veríamos, y que, tras estar el año pasado, repetían para la grabación de su DVD en directo, cosa que dejó muy clara Alissa White-Gluz nada más comenzar el espectáculo, para deleite de los fans que quedaban en el infield. Un show potente, con todas las ganas y más, como corresponde a un festival de esta categoría.

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Nos ausentamos a poco más de media hora de haber comenzado el concierto, ya que el camino es largo, y la noche alberga horrores (en forma de barrizal) para disfrutar una vez más de Serious Black, banda que acompañó a Gamma Ray en directo en nuestras tierras, y que en breve sacarán nuevo disco, Mirrorworld. Un directo entretenido aunque se hizo algo corto. Cuarenta minutos no dan para mucho, y más, a la una y media de la madrugada.

Corriendo de nuevo, llegamos al True Metal Stage, donde se anunciaba el show de Dio Disciples, y que, según toda la publicidad, contaría con un invitado muy especial. Hasta casi el último tema no supimos de quién se trataba, ya que los músicos que en su momento habían tocado con Dio, acompañados a la voz de Tim “Ripper” Owens, no habían confirmado absolutamente nada. La sorpresa vino cuando el mismísimo Ronnie James apareció en escena, recreado a través de un holograma para interpretar We Rock, uno de los himnos del metal de todos los tiempos. El silencio era sepulcral, y a mi, personalmente, me pareció algo de bastante mal gusto, aunque seguro que hubo quien estuviese encantado.

Tocaba volver a nuestra movilhome para descansar en la que sería nuestra última noche en la Holy Land, con la promesa de volver el año que viene, gritando siempre Wacken, y esperando que el “Rain or shine” sea más shine que rain.

-Text: Andrés Abella, Foto: Cayza-